mercoledì 30 luglio 2008

Laura Fedele

domenica 20 luglio 2008

Filemone

Il quadro mi ricordava il mondo fantasmatico della medium Helly, la protagonista della tesi di laurea di Jung, sui fenomeni paranormali. Infatti il saggio Filemone e i suoi compagni erano puri spiriti al di sopra della terra, e addirittura del sistema solare. Filemone aveva una tunica da uomo antico, che però poteva anche essere vista come una specie di saio da francescano. Sulla mano destra aveva una corona di fiori, forse d'alloro, che con umiltà porgeva ad una grande mano aperta, che poteva essere quella di Dio. Al suo fianco alcune figure sembravano ritrose, come se non potessero o volessero guardare quel dono della corona d’alloro porto alla grande mano dell’Eterno. Si distingueva poi un tipo incappucciato, vestito di nero, con una croce sul petto inscritta in un cerchio. Avrebbe potuto essere l'Ombra, o il diavolo rappresentato come un cavaliere nero, forse cinquecentesco. Al suo fianco stava un alto prelato, non meno indignato - e girato - del "diavolo" (ammesso che tale fosse). Invece due persone anziane, pie, osservavano con devozione l'atto di omaggio a Dio di Filemone, che però da un lato poteva essere molto umile e dall'altro molto carico di ybris, ossia di arroganza: come se uno spirito umano, antico, ellenizzante, in piedi, potesse incoronare Dio, visto in qualche modo "sotto l'uomo", sotto l'anima, sotto la psiche. Dietro il diavolo, non meno distaccato di lui dall'atto di Filemone, stava un vecchio più grande di tutti, che certo era Dio padre. Portava sandali da greco antico, forse in quanto Logos. Il tutto era dipinto con colori intensi, tra i quali prevalevano quelli rossicci, il giallo e un grigio o blù scuro che doveva far vedere che intorno alla luce si stagliavano le tenebre, e sottendere una dialettica tra il giorno e la notte.
[C. G. Jung]

giovedì 17 luglio 2008

F. De André - Le Nuvole

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martedì 15 luglio 2008

Amigo, espera al Huésped mientras estés vivo.
¡Salta a la experiencia mientras estés vivo!
Piensa… y piensa… mientras estés vivo,
Porque lo que llamas “salvación” pertenece
a un tiempo anterior a la muerte
¿Crees acaso que, si no rompes tu cadenas mientras estás vivo,
lo harás luego tu fantasma?
La idea de que el ama se fundirá con el éxtasis cuando tu cuerpo se pudra
no es más que una fantasía.
Lo que entonces encontrarás se halla ya ahora
Y, si no lo descubres ahora,
Acabarás arrinconado en la ciudad de los muertos.
Si haces hoy el amor con lo divino,
En la próxima vida tendrás el rostro del deseo satisfecho.
¡Zambúllete pues en la verdad,
Descubre quién es el Maestro y cree en el Gran Sonido!
Kabir

sabato 12 luglio 2008

Porto rancore al silenzio

Porto rancore al silenzio per quel che non mi ha dato
Porto rancore al silenzio per quel che non ho avuto
Porto rancore al silenzio per quello che non dice
In silenzio non deve stare chi vuol essere felice.

L’amor mi fece segno un giorno e al suo segno tutto mi incendiai
Ma per restarmene in silenzio, nel silenzio, mi consumai

Aveva un riso amaro tra i denti stretti lo teneva
A stento lo lasciava e già tutto lo piangeva

Per non perderne troppo niente ne diede affatto
Poi ci coprì la sera nel silenzio, mano a mano.
Per non perderne troppo niente ne diede affatto
Solo e intatto dentro il petto è restato quel che non ha detto
Solo quel che non ha dato solo quello mi è restato.

Porto rancore al silenzio per quel che non ho avuto
Per il meglio del mio canto per quel che si è tenuto
Porto rancore al silenzio per la sua bugia

Per il meglio del mio canto che si è portato via
Per il meglio del mio canto che ora tace dentro me.

Vinicio Capossela

domenica 6 luglio 2008

Retorno, Recurrencia

«¡Alto! ¡Enano!, dije. ¡Yo! ¡O tú! Pero yo soy el más fuerte de los dos -: ¡tú no conoces mi pensamiento abismal! ¡Ése - no podrías soportarlo!» -
Entonces ocurrió algo que me dejó más ligero: ¡pues el enano saltó de mi hombro, el curioso! Y se puso en cuclillas sobre una piedra delante de mí. Cabalmente allí donde nos habíamos detenido había un portón.
«¡Mira ese portón! ¡Enano!, seguí diciendo: tiene dos caras. Dos caminos convergen aquí: nadie los ha recorrido aún hasta su final.
Esa larga calle hacia atrás: dura una eternidad. Y esa larga calle hacia adelante - es otra eternidad.
Se contraponen esos caminos; chocan derechamente de cabeza: -y aquí, en este portón, es donde convergen. El nombre del portón está escrito arriba: ‘Instante’.
Pero si alguien recorriese uno de ellos - cada vez y cada vez más lejos: ¿crees tú, enano, que esos caminos se contradicen eternamente?”
«Todas las cosas derechas mienten, murmuró con desprecio el enano. Toda verdad es curva, el tiempo mismo es un círculo.» «Tú, espíritu de la pesadez, dije encolerizándome, ¡no tomes las cosas tan a la ligera! O te dejo en cuclillas ahí donde te encuentras, cojitranco, - ¡y yo fui el que te he subido hasta aquí!
¡Mira, continué diciendo, este instante! Desde este portón llamado Instante corre hacia atrás una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad.
Cada una de las cosas que pueden correr, ¿no tendrá que haber recorrido ya alguna vez esa calle? Cada una de las cosas que pueden ocurrir, ¿no tendrá que haber ocurrido, haber sido hecha, haber transcurrido ya alguna vez?
Y si todo ha existido ya: ¿qué piensas tú, enano, de este instante? ¿No tendrá también este portón que haber existido ya?
¿Y no están todas las cosas anudadas con fuerza, de modo que este instante arrastra tras sí todas las cosas venideras? ¿Por lo tanto, incluso a sí mismo?
Pues cada una de las cosas que pueden correr: ¡también por esa larga calle hacia adelante - tiene que volver a correr una vez más! -
Y esa araña que se arrastra con lentitud a la luz de la luna, y esa misma luz de la luna, y yo y tú, cuchicheando ambos junto a este portón, cuchicheando de cosas eternas - ¿no tenemos todos nosotros que haber existido ya?
- y venir de nuevo y correr por aquella otra calle, hacia adelante, delante de nosotros, por esa larga, horrenda calle - ¿no tenemos que retornar eternamente?» -
Así dije, con voz cada vez más queda: pues tenía miedo de mis propios pensamientos y de sus trasfondos. Entonces, de repente, oí aullar a un perro cerca.
¿Había oído yo alguna vez aullar así a un perro? Mi pensamiento corrió hacia atrás. ¡Sí! Cuando era niño, en remota infancia:
- entonces oí aullar así a un perro. Y también lo vi con el pelo erizado, la cabeza levantada, temblando, en la más silenciosa medianoche, cuando incluso los perros creen en fantasmas:
- de tal modo que me dio lástima. Pues justo en aquel momento la luna llena, con un silencio de muerte, apareció por encima de la casa, justo en aquel momento se había detenido, un disco incandescente, - detenido sobre el techo plano, como sobre propiedad ajena: -
esto exasperó entonces al perro: pues los perros creen en ladrones y fantasmas. Y cuando de nuevo volví a oírle aullar, de nuevo volvió a darme lástima.
¿Adónde se había ido ahora el enano? ¿Y el portón? ¿Y la araña? ¿Y todo el cuchicheo? ¿Había yo soñado, pues? ¿Me había despertado? De repente me encontré entre peñascos salvajes, solo, abandonado, en el más desierto claro de luna.
¡Pero allí yacía por tierra un hombre! ¡Y allí! El perro saltando, con el pelo erizado, gimiendo, - ahora él me veía venir - y entonces aulló de nuevo, gritó: - ¿había yo oído alguna vez a un perro gritar así pidiendo socorro?
Y, en verdad, lo que vi no lo había visto nunca. Vi a un joven pastor retorciéndose, ahogándose, convulso, con el rostro descompuesto, de cuya boca colgaba una pesada serpiente negra.
¿Había visto yo alguna vez tanto asco y tanto lívido espanto en un solo rostro? Sin duda se había dormido. Y entonces la serpiente se deslizó en su garganta y se aferraba a ella mordiendo.
Mi mano tiró de la serpiente, tiró y tiró: - ¡en vano! No conseguí arrancarla de allí. Entonces se me escapó un grito: «¡Muerde! ¡Muerde!
¡Arráncale la cabeza! ¡Muerde!» - éste fue el grito que de mí se escapó, mi horror, mi odio, mi náusea, mi lástima, todas mis cosas buenas y malas gritaban en mí con un solo grito. -
¡Vosotros, hombres audaces que me rodeáis! ¡Vosotros, buscadores, indagadores, y quienquiera de vosotros que se haya lanzado con velas astutas a mares inexplorados! ¡Vosotros, que gozáis con enigmas!
¡Resolvedme, pues, el enigma que yo contemplé entonces, interpretadme la visión del más solitario!.
Pues fue una visión y una previsión: - ¿qué vi yo entonces en símbolo? ¿Y quién es el que algún día tiene que venir aún?
¿Quién es el pastor a quien la serpiente se le introdujo en la garganta? ¿Quién es el hombre a quien todas las cosas más pesadas, más negras, se le introducirán así en la garganta?
- Pero el pastor mordió, tal como se lo aconsejó mi grito; ¡dio un buen mordisco! Lejos de sí escupió la cabeza de la serpiente -: y se puso en pie de un salto. -
Ya no pastor, ya no hombre, - ¡un transfigurado, iluminado, que reía! ¡Nunca antes en la tierra había reído hombre alguno como él rió!
Oh hermanos míos, oí una risa que no era risa de hombre, - y ahora me devora una sed, un anhelo que nunca se aplaca.
Mi anhelo de esa risa me devora: ¡oh, cómo puedo soportar el vivir aún! ¡Y cómo soportaría el morir ahora! -
Así habló Zaratustra (F. Nietzsche)

L' Eterno Ritorno

« Che accadrebbe se, un giorno o una notte, un demone strisciasse furtivo nella più solitaria delle tue solitudini e ti dicesse: “Questa vita, come tu ora la vivi e l’hai vissuta, dovrai viverla ancora una volta e ancora innumerevoli volte, e non ci sarà in essa mai niente di nuovo, ma ogni dolore e ogni piacere e ogni pensiero e sospiro, e ogni indicibilmente piccola e grande cosa della tua vita dovrà fare ritorno a te, e tutte nella stessa sequenza e successione [...]. L’eterna clessidra dell’esistenza viene sempre di nuovo capovolta e tu con essa, granello della polvere!". Non ti rovesceresti a terra, digrignando i denti e maledicendo il demone che così ha parlato? Oppure hai forse vissuto una volta un attimo immenso, in cui questa sarebbe stata la tua risposta: "Tu sei un dio e mai intesi cosa più divina"?. Se quel pensiero ti prendesse in suo potere, a te, quale sei ora, farebbe subire una metamorfosi, e forse ti stritolerebbe; la domanda per qualsiasi cosa: "Vuoi tu questo ancora una volta e ancora innumerevoli volte?" graverebbe sul tuo agire come il pensiero più grande! Oppure, quanto dovresti amare te stesso e la vita, per non desiderare più alcun'altra cosa che questa ultima eterna sanzione, questo suggello? »
(Friedrich W. Nietzsche, La gaia scienza)

La casa di Nietzsche a Torino