domenica 16 aprile 2006

Kyrie Eleison (Señor ten piedad)

En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena
y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pués un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas tamblaron de miedo y quedaron como muertos. (Mateo 28,1-4)

Estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se asomó al sepulcro y vió dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: Mujer ¿por qué lloras?
Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Señor y no sé donde lo han puesto.
Dicho esto da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: Mujer ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime donde lo has puesto y lo recogeré.
Jesús le dice: María!
Ella se vuelve y le dice: Maestro!
Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subído al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. (Juan 20,11-18)