Carta a los Reyes Magos
Queridos Reyes,
esta es la primera vez que os escribo una carta.
Vengo de Berlusconilandia y allí hay presidentes, mafiosos, condes superdotados, pero a los Reyes se los cargaron con la republica, y será por eso que Ustedes no se dejan ver ni el pelo.
Me contaron que hace dos mil y cinco años le trajeron oro, incienso y mirra de Arabia Saudita a un niño llamado Jesús de Nazareth, pues yo he visto oro, y a veces enciendo un incienso en mi cuarto para perfumar el aire, pero la mirra no tengo ni idea de lo que sea. Me podéis enviar una muestra, por favor, que así a lo mejor si me conviene, el año que viene os pido eso por navidades.
El año pasado cometí el error de pedirle a Papá Noel un hombre con el que compartir mis días. Yo no sé si es que allá en Laponia los hombres son todos así, pero aquel que me tocó no era lo que había imaginado. Funcionaba mal. Sólo se portaba bien en posición horizontal, pero al ponerlo de pies, sacaba frases incomprensibles, creo que ni entendía las conjunciones, rompía latas de pepsi que encajaba entre el antebrazo y el bíceps, y coleccionaba tarjetas de fidelidad del amigo del libro, sin nunca leer uno que no tuviese imágenes muy grandes de rubias pechudas.
Yo no es que me creo merecer más, pero que todo ese tiempo pasado tumbada me ha provocado dolores de espalda y en más partes que no voy a mencionaros, y tuve que devolverlo a los pocos meses, por los percances recibidos.
Con la entrada de diciembre he estado pensando al hombre que podría pediros por este año, y empecé a desrazonar. Me imaginaba hombres superinteligentes y feísimos con los que pasar el resto de mi vida. La cosa me dejaba un sabor siniestro: no me importa la belleza exterior de una persona, eso está claro, lo que más me asusta es ese orgullo que se les desarrolla inconscientemente a esos superdotados intelectuales. Luego se creen que todo lo que dicen va a misa y a hostias, y yo no me siento al altura de tantas convicciones.
Me quedé una noche en vela para razonar sobre las características más adecuadas que podría tener este hombre-regalo que os iba a pedir. La mente saltaba de un lado pa otro, me metí en internet, en paginas de modelos, samaritanos, de todas razas y características humanas, pero nada. No encontré ninguno que hacía al caso mío. Tumbada en mi cama me quedé con las ganas de que una iluminación pudiera satisfacer mi esperanza. Aún me acuerdo de ese momento. Los pensamientos habían agotado mi mente, y no me habían dado responso ninguno. Entonces apercibí el latido de mi corazón, y más me concentraba en el, más el asumía un ritmo equilibrado, y la mente se iba apaciguando, los deseos desaparecieron, y sentí un tremendo amor calentar todo lo que esa energía cardiaca podía alcanzar: mi cuerpo físico, el cuarto, los perros, el cielo por fuera de la ventana, las hojas de los plátanos, el Atlántico, los volcancitos que rodean la finca y las personas que se oían, cuyas voces transportaba la brisa.
Que bien se sentía eso. Si lo recuerdo, todavía puedo gozar de la reverberación de ese momento de amor. Un amor que no se dirigía a un solo hombre. Un amor al que no le importaban los tratos somáticos, intelectuales, físicos, emocionales, motores de las personas, plantas, animales o minerales al que iba alcanzando. Era un amor incondicional y olía a absoluto.
Así que después de dicha experiencia tomé mi decisión para dirigir mi petición a Usted Señor Melchor, y a sus compadres Gaspar y Baltasar : este año les pido Amor. No sólo para mi, ni tan solo para mis seres queridos. les pido unas gotitas de esa Virtud cósmica para todos los seres vivos de este planeta y de todos los planetas desconocidos.
Les pido que con ese amor podamos los humanoides sentirnos mejor, hacernos mejores, portarnos mejor, conocernos mejor. Para que delante del amor seamos todos iguales, con o sin Playstation2, Nokia N90 o las Adidas de Yamamoto. Se que es mucho pedir, pero me he leído que en vuestro título nobiliar aparece la palabra Magos. Si no fuera por eso nunca me hubiera apelado a Ustedes. Estamos jodiditos aquí en la tierra, si no nos salva la magia, no nos salva nadie de estos tiempos.
Os estaré esperando con mucha ilusión.
Hasta pronto,
Desdemona
P.D.: Traed abrigos gruesos que por las noches, aunque estemos en el trópico: hace frió en invierno!
Me contaron que hace dos mil y cinco años le trajeron oro, incienso y mirra de Arabia Saudita a un niño llamado Jesús de Nazareth, pues yo he visto oro, y a veces enciendo un incienso en mi cuarto para perfumar el aire, pero la mirra no tengo ni idea de lo que sea. Me podéis enviar una muestra, por favor, que así a lo mejor si me conviene, el año que viene os pido eso por navidades.
El año pasado cometí el error de pedirle a Papá Noel un hombre con el que compartir mis días. Yo no sé si es que allá en Laponia los hombres son todos así, pero aquel que me tocó no era lo que había imaginado. Funcionaba mal. Sólo se portaba bien en posición horizontal, pero al ponerlo de pies, sacaba frases incomprensibles, creo que ni entendía las conjunciones, rompía latas de pepsi que encajaba entre el antebrazo y el bíceps, y coleccionaba tarjetas de fidelidad del amigo del libro, sin nunca leer uno que no tuviese imágenes muy grandes de rubias pechudas.
Yo no es que me creo merecer más, pero que todo ese tiempo pasado tumbada me ha provocado dolores de espalda y en más partes que no voy a mencionaros, y tuve que devolverlo a los pocos meses, por los percances recibidos.
Con la entrada de diciembre he estado pensando al hombre que podría pediros por este año, y empecé a desrazonar. Me imaginaba hombres superinteligentes y feísimos con los que pasar el resto de mi vida. La cosa me dejaba un sabor siniestro: no me importa la belleza exterior de una persona, eso está claro, lo que más me asusta es ese orgullo que se les desarrolla inconscientemente a esos superdotados intelectuales. Luego se creen que todo lo que dicen va a misa y a hostias, y yo no me siento al altura de tantas convicciones.
Me quedé una noche en vela para razonar sobre las características más adecuadas que podría tener este hombre-regalo que os iba a pedir. La mente saltaba de un lado pa otro, me metí en internet, en paginas de modelos, samaritanos, de todas razas y características humanas, pero nada. No encontré ninguno que hacía al caso mío. Tumbada en mi cama me quedé con las ganas de que una iluminación pudiera satisfacer mi esperanza. Aún me acuerdo de ese momento. Los pensamientos habían agotado mi mente, y no me habían dado responso ninguno. Entonces apercibí el latido de mi corazón, y más me concentraba en el, más el asumía un ritmo equilibrado, y la mente se iba apaciguando, los deseos desaparecieron, y sentí un tremendo amor calentar todo lo que esa energía cardiaca podía alcanzar: mi cuerpo físico, el cuarto, los perros, el cielo por fuera de la ventana, las hojas de los plátanos, el Atlántico, los volcancitos que rodean la finca y las personas que se oían, cuyas voces transportaba la brisa.
Que bien se sentía eso. Si lo recuerdo, todavía puedo gozar de la reverberación de ese momento de amor. Un amor que no se dirigía a un solo hombre. Un amor al que no le importaban los tratos somáticos, intelectuales, físicos, emocionales, motores de las personas, plantas, animales o minerales al que iba alcanzando. Era un amor incondicional y olía a absoluto.
Así que después de dicha experiencia tomé mi decisión para dirigir mi petición a Usted Señor Melchor, y a sus compadres Gaspar y Baltasar : este año les pido Amor. No sólo para mi, ni tan solo para mis seres queridos. les pido unas gotitas de esa Virtud cósmica para todos los seres vivos de este planeta y de todos los planetas desconocidos.
Les pido que con ese amor podamos los humanoides sentirnos mejor, hacernos mejores, portarnos mejor, conocernos mejor. Para que delante del amor seamos todos iguales, con o sin Playstation2, Nokia N90 o las Adidas de Yamamoto. Se que es mucho pedir, pero me he leído que en vuestro título nobiliar aparece la palabra Magos. Si no fuera por eso nunca me hubiera apelado a Ustedes. Estamos jodiditos aquí en la tierra, si no nos salva la magia, no nos salva nadie de estos tiempos.
Os estaré esperando con mucha ilusión.
Hasta pronto,
Desdemona
P.D.: Traed abrigos gruesos que por las noches, aunque estemos en el trópico: hace frió en invierno!
2 Comments:
LA LECHEEEEEEEEE.
QUE BONITOOOOOOOOO
ES PARA DARTE UN BESO.
pero quíén ocupara tu corazón.
que misterio.
quén pudiera tener tu carta.
cuanras preguntas
y nunca hay respuesta.
besos
será que no me las sé (las respuestas digo), por eso no contesto.
el beso me lo quedo.
y me alegro mucho que te haya gustado.
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