Nos aguarda el Océano en torno al mundo: los Campos
Felices, ricas islas, vamos a buscar;
donde la tierra da sin arar cosecha cada año
y viñas sin podar florecen por doquier
y echa sus yemas de ramo que nunca engaña el olivo
y a su árbol propio gala el cárdeno higo da,
mieles de hueca encina remanan, de alto de montes
delgada ondina brinca en murmullante pie,
vienen allí, sin que nadie las llame, a ordeño las cabras
y el hato amigo lleva henchida la ubre aún,
ni atardecido lo ronda el redil el oso gañendo
ni hinchando el hondo prado víboras se ven;
y aún habrá más que, felices, nos pasme: que ni Levante
aguanoso barra el campo de chubascos mil
ni en terrones resecos se abrase gruesa simiente,
templando lo uno y lo otro el gran rey celestial.
No puso proa allí la nao de argivos remeros
ni ardiente maga colca trajo allí su pie,
no torcieron entena hacia allí marinos sidonios
ni Ulises con su ajetreada tripulación.
Peste ninguna azota al ganado; estrella ninguna
sofoca allí al rebaño en estival furor.
Júpiter esa orilla apartó para pueblo de justos,
cuando la edad de oro en bronce amancilló,
luego del bronce en hierro los siglos forjó; de los cuales
se abre a los buenos llana huida por mi voz
(Horacio, Epodos 16, trad. Agustín García Calvo)
Felices, ricas islas, vamos a buscar;
donde la tierra da sin arar cosecha cada año
y viñas sin podar florecen por doquier
y echa sus yemas de ramo que nunca engaña el olivo
y a su árbol propio gala el cárdeno higo da,
mieles de hueca encina remanan, de alto de montes
delgada ondina brinca en murmullante pie,
vienen allí, sin que nadie las llame, a ordeño las cabras
y el hato amigo lleva henchida la ubre aún,
ni atardecido lo ronda el redil el oso gañendo
ni hinchando el hondo prado víboras se ven;
y aún habrá más que, felices, nos pasme: que ni Levante
aguanoso barra el campo de chubascos mil
ni en terrones resecos se abrase gruesa simiente,
templando lo uno y lo otro el gran rey celestial.
No puso proa allí la nao de argivos remeros
ni ardiente maga colca trajo allí su pie,
no torcieron entena hacia allí marinos sidonios
ni Ulises con su ajetreada tripulación.
Peste ninguna azota al ganado; estrella ninguna
sofoca allí al rebaño en estival furor.
Júpiter esa orilla apartó para pueblo de justos,
cuando la edad de oro en bronce amancilló,
luego del bronce en hierro los siglos forjó; de los cuales
se abre a los buenos llana huida por mi voz
(Horacio, Epodos 16, trad. Agustín García Calvo)
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