sabato 24 maggio 2008

Kuan Yin, y su encarnación como Miao Shan

Se dice que Kwan Yin hizo el voto de no entrar en los reinos celestiales
hasta que todos los seres vivientes hayan completado su proceso de iluminación y se liberen del samsara.
Sus devotos creen que rescatará a quienes acudan a ella en momentos de dificultad, sobre todo ante los peligros producidos por el agua, el fuego o las armas. Guan Yin, por lo tanto, comprende los sentimientos de temor y responde a las peticiones de ayuda con su Compasión. También es conocida como Madre Misericordiosa, por lo que oye las peticiones de quienes desean tener hijos. La figura de Kwan Yin mantiene gran semejanza con otras Madres protectoras como la Virgen María, Isis (en el antiguo Egipto), Tara (Budismo Tibetano) y Sakti, Parvati, Sita o Radha (en el Hinduismo).
Las deidades chinas tienen características humanas, como cumpleaños, ancestros, carreras y títulos. Así que, si bien Kuan Yin no tiene en los sutras budistas una fecha de nacimiento, en China se celebra su cumpleaños el decimonoveno día del segundo mes del calendario lunar.
La leyenda que describe cómo Kwan Yin fue una vez una mujer, brinda una fascinante mirada al proceso por el cual ella fue asimilada al panteón Chino, en el sincretismo antes mencionado:
Se dice que hace muchos años vivía un rey bajo cuyo gobierno la gente vivía en paz y siguiendo el códico ético del confucianismo. El rey tenía tres hijas; las dos mayores se habían casado con los novios escogidos por su padre, pero la menor era una niña muy distinta a cualquier criatura normal. Cuando nació, su cuerpo brillaba con una luz no terrenal, tanto brillaba que el palacio parecía cubierto por las llamas. La llamaron Miao Shan que significa Bondad Maravillosa. Cuando ella creció usaba sólo ropas simples y no mostraba ningún interés en acicalarse o enjoyarse. Además sólo subsistía con una comida al día. En sus conversaciones hablaría de la impermanencia de las cosas materiales y de cómo los humanos sufren por su apego a las mismas.
Sus padres preocupados por las inclinaciones de su hija, propusieron que ella también se casara con un novio de su elección; a lo que ella contestó:
"Nunca, por la satisfacción de una sola vida, me lanzaré a un mar de miseria. He pensado mucho en esto y detestro profundamente esta unión terrenal (matrimonio)". Sin embargo cuando sus padres insistieron, ella aceptó satisfacer sus deseos solamente si su futuro esposo la salvara de una de los tres infortunios:
1. Cuando las personas son jóvenes, sus rostros son hermosos como la luna de jade, pero cuando son viejos, sus cabellos son blancos y sus caras se arrugan, cuando caminan, descansan, se sientan o se recuestan están peor que cuando eran jóvenes.
2. Igualmente, cuando nuestros miembros son fuertes y vigorosos uno puede caminar como si volara por el aire, pero cuando te enfermas debes estar confinado a una cama.
3. Una persona puede tener una gran cantidad de parientes y estar rodeado por su carne y su sangre, pero cuando llega la muerte, incluso esos familiares, como el padre o la madre, no pueden tomar el lugar de esa persona.

Finalmente concluyó: "Si en verdad mi futuro esposo puede asegurarme contra estas calamidades, feliz me casaré con él. De lo contrario, hago un voto para mantenerme soltera toda mi vida. Las personas de todo el mundo están a la merced de estos sufrimientos.
Si una desea mantenerse libre de ellos, la única opción es dejar el mundo secular y entrar por las puertas del Budismo.
Exasperado el rey llamó a una monja con mucha experiencia, de su reino. Le pidió que tomara a la princesa bajo su tutelaje y la expusiera al mayor trabajo posible en el convento, para que viera la futilidad de su camino tan deseado con el convento bajo amenaza de muerte si después de siete días Miao Shan no era reformada. Sin embargo, todos los trabajos que la princesa realizó en el monasterio, incluyendo el trabajo manual fueron insuficientes para alejarla del camino del Dharma. Miao Shan se dio cuenta de que era sometida a este trabajo porque sobre los habitantes del monasterio iban a morir, por lo que les dijo: "¿No saben ustedes las historias del antiguo príncipe Mahasttva, quien se lanzó de un precipicio para dar de comer a los leones; o del rey Sivi, quien se cortó su carne para alimentar una paloma? Si han dejado ya la vida de dueñas de casa, deben mirar este cuerpo material como ilusorio e impermanente.
¿Por qué temen a la muerte y aman la vida? ¿No conocen que el apego a este sucio y apestoso saco de cuero (cuerpo) es un obstáculo?
Al final del período estipulado el monarca en una reacción de frenezí, ordenó que decapitaran a Miao Shan. Mientras los verdugos se acercaban a las puertas de monasterio, la princesa salió corriendo del edificio, ansiosa por abrazar su muerte. No bien se hubo arrodillado cuando la mortal espada se levantó y un rayo cegador cruzó el espacio. Antes de que los asistentes pudieran recuperar su compostura, un tigre salió de la oscuridad y se llevó a la chica a las colinas cercanas. El rey, ahora más allá de los límites de la razón, ordenó que todo fuera quemado con sus habitantes dentro.
No fue mucho hasta que su karma se hizo cargo de él y enfermara con kaamla (fiebre amarilla). Estuvo enfermo por varios días, sin poder descansar ni siquiera dormido. La enfermedad se esparcía por su cuerpo y ni siquiera los mejores doctores del reino pudieron curarlo. Un día, un mendigo sagrado llegó a su puerta y predijo: "si alguien quisiera voluntariamente dar sus brazos u ojos sin resentimiento ni ira algunos, el elixir hecho de estos potentes ingredientes aliviarán su sufrimiento". "Pero" - se lamentó el rey- "¿dónde encontraré un ser tan compasivo?". "En esta misma tierra", dijo el monje.
"Ve al suroeste de tus dominios, en la cima de una montaña vive un hermitaño que posee las características necesarias para tu curación".
Ni bien el rey escucho estas palabras, ordenó a varios emisarios a ir hacia el recluso. Cuando el hermitaño fue informado de la enfermedad del rey y del medicamento prescrito, aceptó realizar el supremo sacrificio, pidiéndoles que preguntaran al rey que dirigiera su mente hacia los tres tesoros del Budismo, y después con mucha calma le sacara los ojos y que pidiera a dos hombres que cortaran ambos brazos. Los tres mundos se estremecieron bajo el impacto de este terrible sacrificio.
Cuando el rey estuvo totalmente recuperado, el rey llamó a su esposa y le pidió que rinda un importante homenaje a aquel que había salvado su vida de manera milagrosa. Después de hacer una profunda venia ante la forma mutilada, a penas levantaron sus cabezas lanzaron un lastimero grito de horror! La identidad del hermitaño que estaba descalzo ante ellos no era otra que su hija menor, Miao Shan. El rey, al darse cuenta de lo que ella hizo por él, a pesar de todo lo que le había hecho, se postró en el piso ante su hija y rogó por perdón. Sobrecogidos por la emoción, los padres abrazaron a su hija y el padre dijo: "soy tan malvado que he causado el más terrible sufrimiento a mi propia hija".
A lo que Miao Shan respondió: "Padre, no he sufrido dolor alguno. Habiendo perdido estos ojos humanos veré ahora con ojos de diamante. Habiendo perdido estos brazos mortales, recibiré brazos de oro. Mi llamado es verdadero y será lo único que seguiré".
Después de la intensa experiencia, el rey regresó a su palacio y ordenó que se hiciera una estatua en nombre de su hija, que enfatizara su sacrificio, y que la hicieran sin ojos ni manos. Ahora en chino, el sonido para "deficiente" es casi idéntico al de "mil", por eso en algún momento de la transmisión de su mensaje, las dos palabras se confundieron y el escultor, desesperado, buscando la manera de capturar la esencia de los deseos del rey, tal vez con una imaginación muy activa, o talvez siguiendo los modelos indúes o tibetanos, puso un ojo en cada palma de la mano, para hacer igual el número de ojos al de los brazos, realizando una imagen maravillosa de complejo esplendor: la Kuan-Yin de los mil brazos