No llores, chula mía,
si no me voy tristeando
y quiero irme cantando,
que el llanto me hace mal.
Alegres siempre fuimos,
y cuando vuelva quiero
que jalles tu ranchero
tan bueno y retozón.
Y digas que al marcharse
por lejos que se fuera
llevaba a su ranchera
prendida al corazón.
¡Ay ¡...!qué...caray!
(Adiós mi chaparrita)
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