venerdì 15 febbraio 2008

TE DESEO


Te deseo primero que ames y que
amando, también seas amado(a).

Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y
que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero
que si es, sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos, y que,
incluso malos e inconsecuentes, sean
valientes y fieles, y que por lo menos haya
uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también
que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos,
en la medida exacta, para que, algunas
veces, te cuestiones tus propias certezas.

Y que entre ellos, haya por lo menos uno que
sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo además que seas útil, más no
insustituible. Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada, esa utilidad sea
suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante; no
con los que se equivocan poco, porque eso
es fácil, sino con los que se equivocan mucho
e irremediablemente, y que haciendo buen
uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures
demasiado de prisa, y que ya maduro, no
insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo
no te dediques al desespero. Porque cada
edad tiene su placer y su dolor y es
necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el
año, sino apenas un día. Pero que en ese día
descubras que la risa diaria es buena, que la
risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia
máxima, por encima y a pesar de todo, que
existen, y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a
un pájaro y oigas a un jilguero erguir
triunfante su canto matinal, porque de esta
manera, te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por
más minúscula que sea, y la acompañes en
su crecimiento, para que descubras de
cuántas vidas está hecha un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico. Y que por
lo menos una vez por año pongas algo de
ese dinero enfrente a ti y digas: "Esto es
mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos
muera, pero que si muere alguno, puedas
llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas
una buena mujer, y que siendo mujer,
tengas un buen hombre, mañana y al día
siguiente, y que cuando estén exhaustos y
sonrientes, aún sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no
tengo más nada que desearte.
VICTOR HUGO